20 mayo 2019

AUSENTES

"Todo lo que cualquier persona está tratando de hacer es seguir adelante a partir de su propia espantosa situación o de la carga que lleva".


Autor: Tara Alterbrando
Editorial: SM
País: México
Año: 2018
ISBN: 978-607-24-2751-8
Páginas: 483
 Costo: $279  e-book: $199  en Gandhi

SINOPSIS
Once años atrás seis niños de kínder desaparecieron sin dejar rastro.
Durante esos años sus padres y todo el pueblo los buscaron con desesperación, se resignaron y, finalmente, algunos siguieron adelante con sus vidas... hasta que un día cinco de esos pequeños regresaron, a salvo, convertidos en adolescentes, pero sin recordar dónde estuvieron, quiénes era, y tampoco si recordar dónde estuvieron, quiénes eran, y tampoco sin recordar a Max, el niño que no regresó.
Ahora todos necesitan respuestas, sobre todo la hermana de Max, Avery, que lo quiere de regreso, vivo o muerto, y buscará por todos los medios resolver la incógnita.

¿QUÉ ENCONTRÉ?
Avery ha vivido rodeada de medios, periódicos y en busca de pistas, era muy pequeña, pero lo recuerda muy bien, los años no le han permitido olvidar que Max, su hermano, desapareció. 
Ahora, los niños con los que su hermano desapareció han regresado, pero no pueden darle respuestas. ¿Qué puede hacer Avery para recuperar su vida, para recuperar a sus padres y para recuperar a Max?

OPINIÓN
Conocí este libro por una de mis alumnas, desde que lo vi me llamó la atención su portada así que lo compré casi de inmediato.
La sinopsis es muy antojable, Ausentes es una historia sobre el dolor de perder a alguien y de la incertidumbre de no saber qué le pasó, si está vivo o no. La historia está contada desde las voces de Avery, Lucas y Scarlet así que no te perderás.
No  creo que este libro se convierta en tu favorito pero si que te tendrá un rato atrapado y generando teorías. Eso sí, prepárate para llorar, desesperarte y dudar.
La historia me atrapó pues no se sabe nada de la desaparición, por si fuera poco, el drama aumenta porque los niños desaparecidos son seis y todo ocurrió en su primer día de clases en el kínder, ahora que han regresado falta uno pero nadie lo recuerda. 
Poco a poco iremos conociendo lo que ocurre con cada involucrado, tanto desaparecido como familiar; sabremos lo que sienten y lo difícil que es aceptar que les han robado gran parte de sus vidas y no podrán recuperarlas.
Lo que no me gustó de la historia es que quedaron algunas cosas sin resolver, sin embargo, creo que ese es la belleza del libro pues te conviertes en un familiar más de los desaparecidos y de alguna forma, así como ello se quedan sin saber muchas cosas, el lector experimenta lo mismo. Con este libro hay que estar preparado para la frustración.
Avery a veces me desesperaba, sin embargo es quizá el personaje más real de toda la historia y llega un punto en el que la pobre no obtiene respuestas por más que se esfuerza. Además, desde que Max no está, ha quedado huérfana pues el dolor de sus padres los ha evadido de la realidad.
Algo que también me gustó es cómo poco a poco vas conociendo la situación de cada personaje, sus dificultades para adaptarse, lo que tuvieron que pasar durante la desaparición, y la forma que cada uno de los familiares trató de "superar" la desaparición de sus hijos.

YO LO COMPRARÍA PORQUE...
Para poder explicar lo que sienten piensan los personajes el texto está escrito de cierta forma alusiva a esa idea. Podemos encontrar un espiral de palabras que nos están contando que el personaje está mareado o letras que brincan porque está agitado. 

LO QUE ME GUSTÓ...
"Olvidar quería decir no saber, implicaba ignorancia, significaba tal vez cometer los mismos errores una y otra vez".

NOS ESTAMOS LEYENDO...
NI*

19 mayo 2019

No quiero tu admiración, quiero tu comprensión

Si miro a los dos últimos años puedo ver mucho dolor y no puedo creer que haya transcurrido tanto tiempo en un solo parpadeo...

Mi madre supo que tenía cáncer de seno, yo estaba con ella cuando eso ocurrió y ahí, justo en ese consultorio, muchas cosas en nuestras vidas se quebraron como una copa de cristal cayendo al piso.
Ni siquiera ahora que ella se encuentra bien puedo decirlo (o escribirlo) sin que se me llenen los ojos de lágrimas al recordar todo ese proceso.

Creí que la muerte de mi abuelo era la cosa más dolorosa que me había pasado ¡y estaba tan equivocada! Al principio mi reacción fue: ¡Vamos! una nueva prueba que tenemos que superar, sobre todo porque el golpe para mi mamá fue muy doloroso. En ese momento ninguna de las dos sabía lo que nos esperaba: las quimioterapias, los momentos de dudas, de confusión, de tristeza, de enojo, la cirugía.

Las personas más cercanas estuvieron ahí, todas dispuestas a ayudar, apoyando y sosteniéndonos de diversas maneras, creo que jamás tendré como pagar ese soporte, porque sin su ayuda yo me hubiera diluido. Vi tantas cosas pasar por mi cabeza, la posibilidad de perder a mi madre, de una vida sin ella, de que se curara, de vernos victoriosas, de poder dar testimonio en un futuro, pero ¡Rayos! ¡Qué difícil fue! y ellos estuvieron ahí.

Es algo que no le deseas a nadie y esperas que superen todos los que están en la misma situación. Te cambia la vida, valoras todo, tu alimentación, los auto cuidados, el tiempo, y, sobre todas las cosas, la compañía de las personas, sus oraciones (sean de la religión que profesas o no), valoras cada segundo.

Ahora, con el paso del tiempo suelo escuchar frases como "¡Qué fortaleza tuvieron!" "tu mamá es una guerrera" "¡Qué admirable!" y la verdad lo agradezco porque sé que lo dicen con sinceridad y porque son personas que nos aman. Sin embargo, esas palabras me duelen mucho, porque este trago tan amargo que pasamos no fue una elección. Jamás imaginamos que tendríamos que tomarlo. Fue difícil aceptarlo, aprender a vivir con él.

No creo que exista un ser supremo que seleccione a los más fuertes o a los más aptos para ese tipo de pruebas, ¿qué Dios lo haría? ¿En qué se basaría? Había días en los que rezaba porque se acabara, en los que sentía que no podía más, en los que hubiera dado cualquier cosa por decir ¡Hey! me bajo de este tren, ya no puedo más. Pero ni modo, había que continuar, lo único que quedaba era camino por recorrer y mi madre daba los pasos más difíciles.

Ella perdió su cabello, perdió su fuerza, perdió su seno. Tengo que decirlo: mi mamá no es fuerte, yo no soy fuerte, y si hubiera existido una forma de evitarlo lo habríamos hecho. Al costo que fuese. Siempre he dicho que soy la persona más miedosa del mundo y pensar en todas las cosas que ocurrían me llenaban de terror, y aún así tenía que estar fuerte para ella, quería darle amor, salud.

Creo que los que vivimos una experiencia como esta, damos lo mejor de nosotros mismos. Aún cuando eso sea enojarnos, alejar a la gente, llorar, deprimirse o ser positivos. Este tipo de enfermedades jamás avisa, no hay síntomas, simplemente un día un doctor está frente a ti y te lo dice, "tienes cáncer". ¿Quién puede o tiene la capacidad moral para juzgar las reacciones de la gente al recibir esas noticias?

Hacemos lo que podemos, no luchamos ni somos valientes. Nos negamos a escuchar, queremos huir.  Solo queremos comprender, entender qué es lo que está pasando, por qué es tan rápido y tan doloroso cada paso, queremos saber por qué pero no hay respuesta. Un enfermo de cáncer no espera ser admirado, solo que se pase el dolor.

Si pudiera cambiar algo cambiaría esa perspectiva de las personas. Ojalá comprendan  y tengan compasión. Si hay una persona enferma de cáncer cerca de ti solo mantente presente, brinda compañía y comprensión. 

Si hay furia, llanto, reclamo o confrontación comprende algo: no, no es algo personal. No, no es coraje. No, no es depresión, o ausencia de Dios; es esa necesidad de entender qué es lo que está pasando, porque si hay algo que te arrebata el cáncer es eso, tu seguridad, tu estabilidad.

Conforme pase el tiempo, el enfermo de cáncer irá comprendiendo o dándole sentido a lo que está viviendo. Sí, puede verse a si mismo como un guerrero, sí, puede y tiene derecho a pensar que el mundo se le acabó, sí, puede minimizar su padecimiento o puede reaccionar de cualquier otra forma, solo sé paciente y escúchalo. 

Apoya en lo que puedas y hazle saber que estarás ahí cuando te necesite. Si estás cerca de un familiar de alguien con cáncer, también escúchale y ofrécele ayuda, a veces el cuidador también necesita cuidado y compañía.