NOCHES DE CUARENTENA
Fernanda y Rubén son un matrimonio joven, apenas con tres años de casados han compartido muy poco su cama pues él no pasaba mucho tiempo en casa debido a su trabajo como supervisor de plantas industriales. Este trabajo, obligaba a Rubén a viajar a otros estados según la ubicación de la fábrica que tenía que supervisar o salir en la noche a solucionar los problemas surgidos con alguna maquinaria, por lo tanto, con horarios tan alterados, Fernanda se acostumbró a dormir sola la mayoría de las noches.
Para cuando Rubén llegaba a casa, terminaba tan cansado que caía a la cama como un tronco o bien, dormía todo el día. El matrimonio era feliz, a pesar de todo, así comenzó su vida juntos y así habían adaptado sus actividades, horarios y modos.
La pandemia inició y, como el grueso de la población mexicana, este matrimonio tuvo que quedarse en casa. Las fábricas habían cerrado casi en su totalidad, por lo que Rubén ya no salía de viaje y sus salidas eran esporádicas, mientras que Fernanda se dedicó al trabajo en línea. Ambos vieron esta situación como la oportunidad que habían estando anhelando desde que se casaron: pasar tiempo juntos.
Así fue como comenzó una aventura nueva, arreglar los desperfectos de la casa, cocinar, hacer ejercicio, leer, ver series, todo juntos, amándose, platicando, riendo y también durmiendo, aquí fue donde comenzaron los problemas...
Fernanda, acostumbrada a dormir la mayoría de veces sola, aocupaba la mayoría del espacio de la cama, por lo que terminaba empujando y pateando a Rubén mientras que él, acalorado con las cobijas terminaba destapando a Fernanda, que moría de frío a cierta hora de la madrugada.
Por momentos, Rubén abrazaba a su mujer pero ella, aunque agradecía el gesto, se sentía inmovilizada, acalorada y aplastada por el peso de su marido, así que volvía a empujarlo.
Rubén comenzaba a odiar el hecho de que Fernanda tuviera la lámpara prendida hasta altas horas de la noche por estar leyendo o viendo una serie. Ella, por su parte, odiaba que él se levantara tan temprano y comenzara a hacer ruido por toda la casa y preguntara por la ubicación de todo en la cocina.
El tiempo que pasaban juntos comenzó a volverse una tortura. Amablemente dialogaron y llegaron al acuerdo de, en la medida de lo posible, pasar un tiempo del día completamente solos, en un espacio de la casa únicamente para ellos, así, después comerían y pasarían el fin del día juntos, platicando sobre su día. El plan funcionó... por unos días.
Cansados y al borde de la separación, su diálogo se convirtió en una discusión. Tardaron dos día en hablarse, finalmente llegaron a la conclusión de que el problema era la cama, el colchón matrimonial que tenían era muy chico, necesitaban buenas horas de sueño y el colchón, al tenerlos tan juntos, no podía proporcionarles ese descanso. La decisión fue comprar un colchón nuevo, tamaño Queen Size.
Una nueva aventura comenzaba para el matrimonio, buscar marcas, precios, recomendaciones, las sábanas, la mejor tienda en línea. Ambos dedicaron su tiempo y esfuerzo en encontrar la mejor cama, en quince días la cama llegó y los problemas se acabaron.
Rubén podía dormir en la orilla de la cama sin ser molestado por la lámpara de Fernanda, ella tenía el espacio suficiente para moverse con comodidad y sin golpear a su marido. Ambos estaban felices con la calidad y comodidad del colchón, pero con el paso del mes comenzaron a extrañarse, pues la cama era tan amplia que se sentían completamente solos.
Avergonzados por su contradicción, ninguno de los dos dijo nada. Durante el día se volvieron más cariñosos, ya ni siquiera les interesaba su espacio personal más que para las horas de trabajo, y, para la noche, ella terminó acercándose a él, Rubén la cubría con sus brazos y así pasaron varios días, la cama les comenzó a parecer infinitamente grande, además estorbosa, había reducido el espacio de la habitación dificultando el uso del clóset y los había obligado a mover muebles a lugares en los que no eran ni útiles ni cómodos.
La cuarentena seguía y la pareja decidió regresar a su colchón matrimonial. Con muchas dificultades pero con gran entusiasmo, quitaron la cama Queen Size y devolvieron todo a su lugar. Había algo nuevo entre ellos, Rubén decidió dormir en ropa interior y así evitar acalorarse durante la noche, Fernanda redujo el tiempo de sus lecturas nocturnas, comenzaron un nuevo horario para dormir y para levantarse, ahora podían compartir la cama sin interrumpir la comodidad del otro.
Ahora sólo quedaba pensar qué harían con el colchón Queen Size que estaba recargado en la pared de la sala, pero no había prisa, la cuarentena seguiría otros días más y ya habría tiempo para pensar en ello.
Te agradezco por leer, la verdad es que como a muchos, la cuarentena ya me tiene un poco cansada y un mucho loca así que hice lo único que sé hacer para no morirme que es escribir, y en medio de mi escritura se me ocurrió hacer esta invitación a escribir historias de cuarentena, (reales o ficticias) bajo este nombre "Pandemia de letras" para salvarnos un poquito, divertirnos mucho y compartir a nuestro modo.
No importa que escribas en Twitter, Facebook, Blogger o cualquier otro medio, te agradecería que lo compartieras con el #PandemiaDeLetras para que esto se haga más grande y hagamos comunidad.
Abrazo fuerte
Ni*