Hemos reunido una lista de consejos para que un niño odie para siempre la lectura, porque no hay nada peor que un lector que lo desobedece todo, que lo cuestiona todo y nunca se queda conforme con la información que le damos. Si un niño se hace lector será un joven problemáticos, rebelde, alborotador, pensante. Si tu quieres saber cómo lograr que un niño no llegue a convertirse en todo lo que hemos descrito, debes seguir estos consejos al pie de la letra.
La parte en azul es la que debe ser tomada en cuenta. Por favor, por favor, si te descubres haciendo una de estas cosas sólo recuerda que nunca es tarde y que es posible cambiar.
La parte en azul es la que debe ser tomada en cuenta. Por favor, por favor, si te descubres haciendo una de estas cosas sólo recuerda que nunca es tarde y que es posible cambiar.
¿Te atreves a leer?
1. Oblígalo a leer
Para que un niño odie la lectura para siempre es necesario enseñarle que es una actividad forzosa, indispensable en su vida. En cuanto más rápido se le enseñe esto y más doloroso sea para él, mucho mejor, porque forjará su carácter. Entonces sólo lo verá como una obligación y nadie ama sus obligaciones. Se deben marcar fechas y horarios específicos para la lectura: 20 minutos al día o más, no importa que no quiera, mucho mejor si lo ve como un castigo.
Aquí quisiera hablar de varios temas, no comprendo la obsesión que tienen algunos profesores, al menos en México, por que lean determinado número de palabras por minuto, y está bien buscar desarrollar esa habilidad, pero terminamos teniendo niños que leen bien, rápido y fluido pero que no entendieron nada de lo que leyeron. Debemos también preocuparnos por la comprensión lectora.
También el forzar a los niños a leer, aún a pesar de que no les interesa, y peor, en determinado tiempo, es algo que, lejos de hacer un hábito, provocará que los niños quieran acabar rápido para irse a jugar y que no lo disfruten, sino lo sufran, porque mamá, papá o maestro me dicen "que tengo que leer para luego poder ir a... ".
Me he dado cuenta también que muchas mamás aplican la lectura como castigo: "Como no hiciste tal o cual cosa, ahora me vas leer esto" y es algo terrible porque en el cerebro del niño, la lectura se va asociando con esos sentimientos de tristeza, enojo y malestar del castigo.
2. Regálale libros que te gusten solo a ti.
Escoge un libro aburrido, incomprensible, muy elevado. La lectura no debe gustarle, no debe parecerle atractiva. ¿Motivar su imaginación? ¡Bah! Que lea lo mismo que tú leíste a su edad, o años después, para que no desaproveche el tiempo. Tú como adulto responsable sabes lo que es mejor para él (ella).
El problema en sí no es escoger un libro que nos guste como adultos, sino no tomar en cuenta los intereses, gustos y muchas veces la edad del niño en cuestión. Como adultos nos creemos conocedores de lo que es bueno para los niños y a veces esa idea no hace fallar terriblemente en nuestros regalos, ¿la consecuencia? que el niño no lea el libro, lo arrumbe y nosotros nos quedemos ofendidísimos porque no le gustó y peor aún, le recriminemos por ello.
3. Oblígalo a leer los clásicos literarios
Todos sabemos que los grandes clásicos literarios son lo mejor para adentrarse a la literatura, ¿que tu niño quiere leer cosas actuales? ¡Bah! Esas tonterías sólo son una perdida de tiempo. No permitas que el niño se pierda de las grandes historias del mundo, mientras más gordo el libro y mientras más pronto, mucho mejor para su pequeña mente.
Estoy segura que este tema es un gran debate, porque he conocido a personas que se hicieron lectoras por libros como El Principito o Corazón, diario de un niño, entre otros. Pero también he conocido personas que trataron de obligarse o fueron obligados a leer un clásico que terminó aburriéndolos y alejándolos de la lectura para siempre. Y no, no estoy en contra de estas lecturas, mi punto es que cada persona lea aquello por lo que se sienta atraído. Los clásicos, en mi opinión, deben ser descubiertos, no obligados.
4. Evita a toda costa los libros con ilustraciones
Son una pérdida de espacio y de dinero. El niño debe ver el libro como una fuente de conocimiento no de diversión. ¡¿Qué pasaría si se le mete a la cabeza la loquísima idea idea de imitar los rayoncitos del libro?! No, lo mejor es que no piense en el arte... si es que esos dibujitos se pueden llamar arte.
En algunas ferias he encontrado papás que no compran libros ilustrados por su costo, y sí, suelen ser un poco más caros, pero las ilustraciones son indispensables para las niños en sus primeros años. Incluso, me atrevería a decir que en gran grueso de la cultura mexicana aún siendo adultos, necesitamos ver lo que estamos leyendo. Por ello, si queremos que un niño verdaderamente se interese en la lectura necesitamos que empiece a convivir con libros ilustrados.
También y por desgracia, me he encontrado personas que piensan que las ilustraciones de los libros no son arte o que dedicarse a los cómics, los gráficos o la pintura no son carreras de verdad. ¡Horror!
También y por desgracia, me he encontrado personas que piensan que las ilustraciones de los libros no son arte o que dedicarse a los cómics, los gráficos o la pintura no son carreras de verdad. ¡Horror!
5. Cada que lo veas, dile que debería estar leyendo
Repetir esta frase constantemente si el niño está frente al televisor o con el móvil. Debería estar cultivando su mente y no estar quemando su cerebro en esas pantallas del mal. Si vemos que se está divirtiendo, que ríe o que está descansando es fundamental decirle que lea. Entonces, el niño aprenderá que lo divertido está en lo que le obligaron a dejar de hacer y lo aburrido está en la lectura.
No importa que sea con la mejor de las intenciones, si constantemente estamos tras los niños criticando todo lo que hacen, lograremos el efecto contrario, porque por una extraña razón así funcionamos los humanos.
Y veo con tristeza que cada vez estas críticas aumentan, pues las generaciones actuales son más tecnológicas, les interesan los videojuegos, las apps, y creemos que por eso dejarán en desuso los libros. Pero también es un poco culpa nuestra no interesarnos más en estas tecnologías porque habrá que verse la importancia que han cobrado las apps como wattpad, o los lectores electrónicos; entonces, no es que los jóvenes estén dejando de leer, es que lo están haciendo de maneras distintas.
6. Nunca lo lleves a presentaciones de libros y ni hablar de Ferias de Literatura Infantil y Juvenil
Hacerlo, puede contradecir tu mensaje de que la lectura es aburridísima, además los adultos nos aburrimos y nos cansamos de tanto caminar, de no encontrar estacionamiento y peor aún de gastar nuestro preciado dinero en libros.
Creo que las ferias de literatura infantil y juvenil son en todas sus expresiones la forma de hacer vivir los libros y a los lectores con ellos. El niño probablemente no se llevará libros, o no los lea, pero llevará la semilla de la curiosidad, de la creatividad.
Al conocer al autor, al recibir su firma, al escuchar su inspiración, también se siembra la curiosidad y los niños no solo se inician como lectores, en muchos casos también como escritores o ilustradores.
9. Critica su forma de leer en voz alta.
Si siente vergüenza, le incomodará y poco a poco se alejará de los libros. ¡Vamos! mientras más cruel seas más rápido obtendremos el resultado esperado.
Si hay algo peor que un padre que te obliga a leer, es un padre que te obliga a leer en voz alta y se burla o te critica. Aquí estamos hablando de otra habilidad que es buena pero que si no se hace con empatía, amor y compañía, terminará provocando no solo el odio a los libros, también una baja autoestima.
10. Enséñale la posición correcta para leer
¿Que es esa ridiculez de leer en el sofá o en la alfombra? todo eso es divertido ¡Diugh! Que lea en la mesa, en un escritorio aburrido y monótono, que solo le permita estar concentrado en la lectura.
Quizá esto se dé más en el ámbito académico. Y no, no me estoy refiriendo a las posturas saludables de lectura sino a esa privación de la libertad de leer en donde le plazca a la persona.
Por ejemplo, me he encontrado a mis alumnos distraídos entre las páginas de un libro, y juro que cada vez que le pido que pongan atención su reacción es de "no me lo quite" cuando no tenía pensado hacerlo. ¿Qué ganaría yo con hacerlo? ¿Qué perderían ellos? es una balanza que solo se inclina hacia un lado.
11. Hazle creer que la librería sólo se visita cuando necesitamos libros de la escuela o del trabajo.
No debe mal gastar su dinero, por lo tanto debe entender desde temprana edad que una librería no es indispensable.
No sé si pase mucho en otras latitudes, pero en México sí me he encontrado personas que consideran que los libros no son prioritarios, que los ven como un lujo o como un desperdicio de tiempo y dinero. También me han contado historias de personas que ven los libros como un elemento únicamente decorativo. Nada más triste.
12. Enseña el cuidado extremo del libro
Deben estar como nuevos, es más, ni siquiera hay que leerlos para que no se maltraten. Si enseñamos a los niños que estos son un bien preciado que debe permanecer inmaculado y sólo como decoración del hogar pronto comprenderán que lo importante es su imagen y no su contenido.
Sé que suena disparatado viniendo de mí, una amante de los libros, pero mis primeros libros estaban todos rayados, rotos, en parte por mis juegos, en parte por mi descuido. Pero el cuidado de los libros nace del amor que se les va tomando y nunca al revés. Porque, ¿Cómo voy a amar algo que debo cuidar con mi vida? mejor nunca lo toco, no vaya a ser que lo rompa o lo maltrate. y si no lo toco, no lo siento, no lo vivo ¿Cómo voy a sentir aprecio por ese objeto?
Hay que ser más tolerantes y comprender que parte de la relación entre niños y libros, muchas veces implicará el descuido, pero que eso no malo, al contrario, el niño se está apropiando del libro.
13. Nunca lo lleves a una biblioteca
Si es necesario ir a una, aleja a tu niño de las actividades lúdicas, del teatro guiñol o de las conferencias sobre libros. Hay que evitar a toda costa que ande curioseando por ahí.
Las bibliotecas no solo ofrecen préstamos, tienen un listado de actividades que involucran a los lectores y más si se trata de libros, pero muchas de estas actividades se quedan sin asistencia más por la pereza de los padres que de los propios niños. Basta con estar pendiente de la agenda de la biblioteca o casa de cultura más cercana.
14. Hazle saber que lo que leyó no le pertenece, es pura fantasía, no tiene nada que ver con él.
Si un niño se siente identificado con la historia de un libro, si se refleja en un personaje entonces empezará a tener ideas, a reflexionar sobre su vida y entorno. Mejor que no lo haga. ¿Para qué? Si el status quo debe permanecer.
Si un niño se siente identificado con la historia de un libro, si se refleja en un personaje entonces empezará a tener ideas, a reflexionar sobre su vida y entorno. Mejor que no lo haga. ¿Para qué? Si el status quo debe permanecer.
La literatura es nuestra, en los libros se escriben nuestras historias, nuestras maneras de ser y a veces o nos encerramos en la realidad sin permitirnos un poco de fantasía, o creemos que la fantasía no tiene nada que ver con la realidad. Lo peor es cuando, en cualquiera de los dos casos, transmitimos esa creencia a los niños.
Nos estamos leyendo...
Ni*
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