30 septiembre 2020

TODO O NADA


 Autor: Raine Miller

Editorial: Suma

ISBN: 9786071124401

País: México

Año: 2013

Páginas: 356

Costo E-book: $69 

En: Gandhi



SINOPSIS
Un peligro inminente. Un amor por el que merece la pena apostar y un hombre dispuesto a todo. Segunda parte de la trilogía «El affaire Blackstone». Ethan Blackstone tiene un serio problema. Acaba de romper la confianza de Brynne y ella lo ha dejado. Sin embargo, no está dispuesto a darse por vencido, no va a rendirse; hará todo lo que pueda para recuperar a su preciosa chica americana. La pasión entre ellos es abrasadora pero los secretos que se esconden el uno al otro son muy dolorosos y lo suficientemente serios como para acabar con la posibilidad de una vida juntos. Además, debido a las amenazas políticas que ahora caen sobre Brynne, Ethan tiene poco tiempo para reaccionar y ha de reunir toda su fuerza y habilidad para protegerla de los peligros que pueden apartarla de su lado para siempre. ¿Será capaz Ethan de liberar a Brynne de un pasado que la sigue atemorizando? ¿Volverá a sentir el calor de su piel, a recuperar su confianza de nuevo? Esta es la historia de un hombre enamorado que hará cualquier cosa para poseer el corazón de la mujer que ama. Y que llegará hasta donde sea para protegerla. Una novela apasionante que habla de lo que sucede cuando dos personas se encuentran y se rinden a un amor tan fuerte que es capaz de curar las heridas del pasado y de dar paso a una vida de pura y completa felicidad.

¿QUÉ ENCONTRÉ?

Ethan y Brynne no pueden permanecer separados, la atracción sexual y los peligros que los rodean son muchos, es hora que Blackstone demuestre que es digno del amor de Brynne.


OPINIÓN

Si Desnuda me atrapó por la descripción que hacía Brynne de Ethan, Todo o nada me decepcionó con la voz de este personaje.
Ethan Blackstone narra esta historia y es insufrible, esperaba más, mucho más del personaje, pero se queda muy plano, no tiene nada nuevo que contar y además ve a Brynne como una pertenencia y no como una persona.
No me gustó para nada la relación entre los protagonistas porque es muy desigual. Por una parte sí, tenemos a una chica que necesita protección pues corre riesgo por su pasado pero esto es aprovechado por Ethan para mandarla y hacerla como se le antoje, como si los amigos de ella o su familia no existieran. Por otro lado tenemos a Ethan que ama a Brynne por su cuerpo y por lo que puede hacer con ella pero no hay más solo eso, posesión, sexo y ¿amor?
Además, Ethan espera que Brynne sea totalmente honesta y le cuente todo, pero él no es capaz de hacer lo mismo, y esto, la autora pretende hacerlo ver como parte del encanto y misterio de Ethan. 
La verdad dudé de continuar con la tercera parte de esta historia, creo que las historias de amor deben cambiar demasiado, en especial esta, porque Ethan estalla en celos cada que un tipo se le acerca a Brynne y porque le prohíbe hacer cosas si no está él y esto está lejos de ser un amor saludable, que, sí, puede conquistar a muchas lectoras por la premisa del hombre rico y perfecto, pero que cansa al no dar libertad a la protagonista y por querer estar en cada segundo de su vida.
Quedé completamente decepcionada de este libro.


Nos estamos leyendo...
Ni*

24 septiembre 2020

Miedos estúpidos de una gordita ridícula


 Ha sido un día muy pesado y como válvula de escape me he empezado a reír de mi mism
a y entre todas las cosas graciosas sobre mí, recapitulé en aquellas veces que he muerto de miedo a causa de mi sobrepeso y, por consecuencia dejé de hacer muchas cosas, y quiero compartirles un poco de lo ridícula que puedo llegar a ser pero más para que rían conmigo un poco. ¿Preparados? 

Advertencia: pensarán que estoy súper traumada... y Sí, creo que sí, jajá pero... ¿Qué sería de la vida si no nos reímos de nosotros mismos?

  1. Probarme la ropa y dañarla. Solía tener un miedo terrible al entrar a los probadores ya que me sentía aparte de fea, gigantesca y muchas veces me encontraba con que la ropa que elegía no se me veía bien o necesitaba unos cuantos centímetros más de tela. Trataba de ser muy cuidadosa de no dañarla porque claro, el estereotipo del gordo es que revienta botones y rasga las telas.
    Tener que comprar tallas XXL. Esto es completamente ridículo porque casi siempre he tenido que comprar la talla XL pero mi terror era el haber subido tanto de peso como para pasar la vergüenza de tener que pedir la talla más grande de todas: XXL o XXXL porque claro, está bien ser gordo pero no taan gordo.


    Sentarme en un lugar, silla o espacio que tronara o rompiera aun si no fuera por mi peso. Creo que una vez me pasó con una silla de plástico que se rompió de una pata. Sentí que me moría porque las personas asumieron que había sido por mi peso ¡Trágame tierra! También soportar las miradas de las personas cuando una banca de madera rechina o truena al sentarte es horrible, preferirías no sentarte y no asumes que es por el material, su antigüedad  o porque simplemente así suenan, crees y creen que se debe a tu cuerpo.
    Que alguien me cargara. Me sentía muy pesada, imposible de ser levantada por alguien y si alguna persona llegaba a sugerirlo o peor, intentarlo yo inventaba cualquier tipo de pretextos para evitar a toda costa que ocurriera.
    Que esa persona que tenía que cargarme dijera “estas muy pesada”. Jamás pasó y de haber sido así yo creo que hubiera muerto pero es algo psicológico tan fuerte que de verdad te impide relacionarte con otros, siempre guardar distancia, no ser tan afectuosa, el apartarte de ciertas actividades o juegos por temor a lo que digan otras personas respecto a tu cuerpo. Algo ridículo, no fui capaz de jugar Twister hasta mis 23 años.


    Juegos mecánicos en los que mi peso se fuera encima de otra persona. Me pasó una vez en juego de feria y es, además de vergonzoso, doloroso. En un juego que daba vueltas terminé aplastando a un muchacho que al bajarse se me quedó viendo furioso y arrepentido. Por supuesto no volví a subirme a ese tipo de atracciones, y cuando volví a hacerlo me aseguré de que se tratara de un asiento individual.
    A los exámenes médicos, específicamente la parte de la báscula. No sé ustedes pero en México suelen pedir exámenes médicos para la escuela y el trabajo y en ellos es de ley que te pesen. Me tocaron enfermeras y médicos que guardaban un silencio incómodo al ver mi peso o levantaban la ceja tipo: "hay que empezar la dieta". ¿No crees en la gordofobia? te invito a ser testigo de una situación como ésta.


    A que me preguntaran mi peso. Por lo que les relato en el punto anterior, puedo decir que estaba consciente de mi peso, pero era algo que fingía no saber porque, a diferencia de mis compañeras de la escuela, yo era un peso mucho mayor y me avergonzaba, entonces, cuando me preguntaban decía cosas como "hace mucho que no me peso" o "no me acuerdo".
  2. Tener que ir a una fiesta en la que fuera obligatorio un vestido de noche o de coctel. Dejé de ir a muchas fiestas por mi sobrepeso, o más bien, por el odio que le tenía a mi cuerpo. Llegué a comprar vestidos que jamás usé o o solo usé una noche. De igual manera, llegué a comprar ropa muy fea pero que me cubría toda  o pasar de ropa por lo que otros pudieran pensar o simplemente porque no me sentía cómoda aún si esa ropa de la que pasé me gustaba demasiado. A las fiestas que fui en esa etapa de mi vida fui a sentarme y a tratar, por todos los medios, de pasar inadvertida.
  3. Tener que viajar en las piernas de alguien. En esas ocasiones de auto-sardina prefería cargar a alguien, no importaba si se me dormían las piernas o estuviera adolorida después, de hecho llegué al punto de preferir ir aparte, en un taxi o no ir con tal de evitar estas situaciones. ¡Sí, a ese grado!
  4. A usar shorts o faldas. Una vez en la secundaria me hicieron burla sobre lo grandes que eran mis chamorros y ese fue el acabose para dejar de usar shorts, además de que, me lastimaban y eran incómodos.
    A las fotografías y aún más a las tomadas demasiado cerca del rostro. Fui una adolescente sin selfies ¿Por qué? Por miedo y desprecio por mi sobrepeso.


    A usar traje de baño. Yo quería que el vestidor y la alberca o la playa estuvieran juntos; es más, que fueran uno mismo con tal de no tener que caminar enfrente de las personas en traje de baño. llegué a usar pareos y pantalones por encima del traje para evitar ser vista. Esto también provocó (en más de una ocasión) que decidiera no ir a nadar (por muchas ganas que tuviera) o que decidiera quedarme en el hotel.
  5. A que me tocaran cualquier parte del abdomen. Era impensable y hasta un crimen que alguien se me acercara tanto o tuviera mi confianza para tocarme esa parte del cuerpo. Y debo admitir que eso repercutió hasta en mis relaciones de noviazgo.
    A que me regalaran ropa. Odiaba que en mi cumpleaños o en navidad alguien me regalara ropa porque siempre y para mi desgracia, eran tallas equivocadas y, por supuesto, más chicas. Era vergonzoso tener que decir " no me quedó", sentía que era la peor por no tener el cuerpo adecuado para esa ropa.
  6. A la unitalla. Al menos aquí en México la unitalla "es" una medida de ropa que "debería" quedarle a todas, pero adivinen... así es, a mí no me queda.

A que me vean comer. Para mi era muy vergonzoso que alguien me viera comer, de hecho prefería no hacerlo o buscar un lugar apartado para hacerlo, La razón, no la sé pero creo que se relaciona con el hecho de la manera en la que otras personas te miran cuando eres gordo, ya sea por lo que te estas llevando a la boca o por la cantidad: si es poco porque "te estás haciendo de la boca chiquita" y si es mucho pues eso explica porque luces, como luces... En fin, siempre tendrás sobre ti una mirada suspicaz.


A hacer ejercicio o bailar. En una ocasión me inscribí con mi prima a clases de zumba, se trataba de un gimnasio y estaba llenos de chicos que al momento de de la clase no dejaban de voltear, obviamente nada más tuvimos esa clase puesto que no regresamos. Ahora creo que esos chicos ni siquiera se enteraron de nuestra existencia y más bien estaban apreciando las habilidades dancísticas de la maestra pero a ese nivel de presión puede llevarte una baja autoestima y el sentirte observado. 


CONCLUSIONES

Sí, viví muy acomplejada por mi peso, a veces sin razón

La ropa es solo ropa

Los accidentes pasan, y son solo eso... accidentes

Nunca debemos limitarnos a convivir, conocer, y divertirnos con otras personas por otras razones que no sean el no tener la voluntad para hacerlo.

Nunca dejes de hacer lo que te gusta por miedo o por el qué dirán. Si te gusta, disfrútalo, vívelo.

Tu aspecto no es más importante que tu comodidad ni que tu confianza.

Una fiesta se vive por lo que disfrutas en ella, no por lo que vistes en ella.

Tu cuerpo es tu mayor tesoro, cuídalo y ámalo.

Las otras personas son importantes pero sus opiniones respecto a tu apariencia no tanto. 

La mayor parte del tiempo la gente no está pensando en lo que haces. ¡Vaya! que ni siquiera se han enterado de que estás ahí.

Come, disfruta, bebe, baila , ríe. Sin miedo, la vida es solo una y no puedes desgastarla sintiéndote culpable por ser como eres.

No, no estoy defendiendo el sobrepeso ni la gordura, estoy defendiendo el amor propio y la libertad de poder hacer lo que se te hinchen los huevos o los ovarios.

Hoy puedo contarte esto y puedo reírme de esto porque he trabajado en mi autoestima, que, como ves, andaba por el subsuelo. No ha sido fácil y creo que aún hay cosas que trabajar. Sin embargo creo que el compartir y expresarlo ayuda a generar empatía y claro, risas. 

Si te has sentido incómodo por algún punto, lo siento, no era mi intención pero te invito a analizar por qué te causó incomodidad, puede que sea momento de transformar algo o transformarse. 

Si te causó risa, gracias. Eres un gordito ridículo como yo y eso está chido.

Nos estamos leyendo...

Ni*