10 abril 2020

El espejo del tocador


Me gusta mirar a Paula cuando está frente al espejo. Cada tarde, después de hacer el amor, ella deja la cama, se sienta frente al tocador y comienza a cepillarse el cabello. Debo comenzar a vestirme, irme cuanto antes, pero me doy el lujo de quedarme en la cama a mirarla. Ella deja el cepillo y lo cambia por su labial, cada milímetro de sus labios que cubre con color rojo, me produce una descarga eléctrica.
-Tienes que irte. -Me dice, sacándome de mi devoción
-¿Podemos vernos mañana?
-No, Enrique vuelve temprano. - Estoy embobado en su reflejo, ella lo sabe, pero finge ignorarme. Sabe que la miro, sabe que la amo, pero guarda silencio; continúa su ritual, como si estuviera sola. Cómo quisiera que fuera mía, no tener que irme. Cómo quisiera salir de aquí a su lado, ir a cenar, ir al cine, juntos.
-Déjalo. -Le suplico como otras veces.
-Lo haré.
-¿Cuándo?
-Pronto. -Ella ha terminado, se pone de pie y repite -Tienes que irte.
Me acerco para besarla pero me rechaza. Comienzo a vestirme, cuando he terminado, ella me entrega mi cazadora, me la pongo y nos dirigimos a la puerta; no hay más besos, el amor se quedó en la habitación, ahora sólo debo salir sin que nadie me vea.

                                                            **************

Han pasado dos semanas y sigo sin ver a Paula, la he llamado varias veces, incluso al número que tengo prohibido marcar, pero no contesta. Comienzo a preocuparme. ¿Y si algo le pasó? ¿Y si Enrique le ha hecho algo? Seguramente se volvió loco cuando le dijo que lo dejaba. Ya no puedo más, voy al bar donde la conocí, necesito una cerveza, o dos.
Mientras voy en la moto, pienso: ella lo dejará, estoy seguro. Cada día lo odia más, me lo ha dicho, Sólo se siente feliz conmigo. Sólo debo ser paciente, pronto estaremos juntos. Me concentro en el recuerdo de sus labios, de sus piernas. La deseo, no puedo vivir sin ella.
Al entrar al bar veo a Enrique, lleva, mínimo, varias horas bebiendo; está gritando, maldiciendo, la gente comienza a alejarse de él.
-¡Fernando! -Me ha visto, no puedo escapar. Me acerco lentamente, siento un poco de asco por él.
-¿Qué haces Enrique? ¿Paula sabe que estás aquí?
-¡¿Paula?! - Ríe, luego empieza a sollozar - ¡Paula, Paula! No, no creo que lo sepa, es más, ni siquiera le importa. -Arrastra las palabras, está ahogado en alcohol.
-Voy a llamarle -Saco el celular de mi pantalón, Enrique llora aún más.
-Pues a ver si a ti te contesta... -Bebe torpemente de su vaso -Me dejó, Fernando... Se fue con Gutiérrez, ¡la muy golfa se escapó con mi jefe!
-Me siento a su lado -¿Qué dices?
-Hace una semana, se fue, me dejó una nota -Dice algo más pero se pierde en su borrachera, llama al barman -Sírvele algo a mi amigo -Me pone el brazo sobre los hombros -Hoy me enteré que está en Tulum, con Gutiérrez
Me hundo en mis pensamientos. ¡¿Cómo?! ¡¿Por qué?! Entonces, Enrique ríe, el barman ya me ha servido, tomo del vaso con desesperación, hay un ligero temblor en mi mano. Enrique sigue riendo, entonces dice -¡Y yo que pensé que me estaba engañando contigo! -Dejo de sentir asco por Enrique, lo empiezo a sentir por mi.

Ni*

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