02 abril 2020

Una madrugada

Era la sexta vez que tocaban a la puerta, los golpes comenzaban a ser cada vez más fuertes.
-¡Ojalá te pudras allá afuera! -Se oyó desde dentro del departamento. Volvieron a tocar a la puerta.
Claudia se levantó de mala gana, buscó con los pies sus sandalias para calzarse y fue a abrir. Sin dirigirle ni una mirada al que entraba, regresó a la habitación. Todo estaba a oscuras.
Casi llegaba a la cama cuando él la tomó por atrás, respiró en su cuello. -¡Chiquita! ¡Mi amor! No te enojes, sólo me quedé un ratito más.
-¡Ya ni la chingas, Sebastián! -Se apartó -¡Son las cuatro de la mañana!
-Ya sabes cómo se pone Juanjo cada que lo cortan sus novias. -Se sentó en la cama.
Claudia se recostó dándole la espalda y se cubrió con las cobijas hasta la barbilla -¡Entonces que se joda tu esposa por culpa del borracho y mujeriego de tu amigo! ¡No encontraba taxi! ¿Sabes el miedo que me dio andar sola por la noche?
-Mi amor, ¡perdóname! -Se quitó los zapatos, con mucha dificultad se recostó a su lado para abrazarla.
-¡No, y quítate que apestas a tequila! ¡Imbécil! -Sebastián la soltó por un momento, se metió bajo las cobijas y volvió a abrazarla.
-¡Chiquita! -Comenzó a besarla en los hombros y el cuello -¿Ya te dije lo mucho que me prende cuando estás enojada?
-¡Déjame en paz! Se suponía que íbamos a regresar a las doce. ¡Juntos! -Ella se giró en la cama para mirarlo, un beso la tomó desprevenida.
-¿Apoco no estuvo buena la fiesta? Te hubieras quedado otro ratito -Esta última frase él la dijo arrastrando las palabras
-Sebastián, ¡es jueves! Mañana tenemos que ir a trabajar. ¡¿Qué digo mañana?! ¡En menos de tres horas!
-Sí voy a ir a trabajar, ya sabes que con dos horas que me duerma, estoy listo -La volvió a besar
-Sebastián, estás borracho
-¿Quieres ver que no? -Sebastián comenzó a acariciarla, recorrió con sus manos su espalda y llegó a sus nalgas, acercó más su cuerpo hacia él, algo se abultó entre sus piernas, siguió besándola.
-No quiero que vuelvas a ver a Juanjo
-Ajá -murmuró mientras se colocaba encima de ella
-No vuelvas a dejar que me regrese sola a la casa
-¡Sí,  mi amor! -Él abría su pantalón
-¡Es en serio, Sebastián!
-¡En serio, mi amor! - tocó sus pechos, comenzó a quitarle la ropa
-¡Sebastián!
-¡¿Qué?!
-tenemos que ir a trabajar -Dijo ella, en un murmullo, pero ya era muy tarde. Se descubrió besándolo y quitándole la camisa, su deseo aumentó y se escuchó lanzando un gemido, abrió sus piernas, volvieron los besos.
-Choqué el coche

Ni*

1 comentario:

  1. Final inesperado y haces q la imaginacion vuele. Me encanta tu forma de escribir haces q el lector se adentre en tus historias

    ResponderEliminar